«EL CANTO DE LA CIGARRA es una de mis comedias predilectas. Ignoro a punto fijo por qué. Instintivamente creo que tiene una construcción estimable, un diálogo hasta cierto punto feliz, y -me gustaría que así fuese- quiere decir mucho más de lo que aparentemente dice. Ojalá fuera como pienso. Aunque superficialmente pueda antojarse una pieza frívola y divertida, intuyo que posee virtudes más firmes y, sobre todo, representa un paso más en ese ansiado equilibrio y madurez a los que aspiro con todas mis fuerzas. La cigarra y la hormiga de mi fábula pactan al final, se comprenden e incluso llegan a quererse. Eso es, precisamente, lo que más satisfecho me deja». Alfonso Paso
«No pedía nada. Se sabía ‘Alguien’ creado para algo y cantaba como una cigarra, alegre, desesperadamente, seguro de que la Divinidad había creado para él un largo verano. Estaba al margen de todo, pero, por paradoja, en todo. No esperaba nada. Pero jamás vi a un hombre que creyera tanto en Dios». Francois Mauriac