29 diciembre, 2009
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Un niño, más que cualquier joven o adulto, puede entender lo que es el teatro. Más que nadie sabe de crear guiones, de ser actor; sabe hacer de director y de vestuario; sin la ayuda de nadie sabe dar forma a complicadas historias surgidas de su imaginación. De ahí que los niños puedan acercarse a la escena y disfrutarla. El teatro infantil debería ser una de las actividades artísticas más atendidas por autores, actores y autoridades. Pero ¿realmente es así?
Desgraciadamente, al hacer un análisis se puede encontrar que la respuesta es no. Artistas, empresarios e instituciones oficiales parecen desdeñar de una forma casi unánime esta forma de expresión. ¿A qué se debe?
La desatención al teatro infantil viene desde su mismo origen. El dramaturgo experimentado rara vez toma este género como una forma genuina de expresión, y esto es ocasionado por una serie de factores. Por un lado está el prejuicio generalizado de etiquetar no sólo al teatro, sino a la literatura infantil como un subgénero y, por lo tanto, sin reconocimiento; por otro, está esa censura socialmente institucionalizada que hace creer que el teatro para niños debe estar cargado de diversión, sensiblería, mensajes ecológicos y educativos, lo cual lo lleva a ser una extensión de la enseñanza más que una opción de expresión artística. El autor que se aventura a escribir teatro infantil se encuentra con que debe apostar por lo seguro y no arriesgarse en una búsqueda estética ni en el análisis de problemas profundos si es que desea ser apoyado y que su obra sea montada.
El resultado: autores autocensurados. Y si esto no fuera suficiente, tenemos, por otro lado, que los incentivos que existen para la creación de textos dramáticos dirigidos a los niños son pocos. No existen becas que apoyen proyectos de escritura de textos; si se comparan éstos con los que son otorgados a textos dramáticos para adultos, se puede encontrar que los montos de los primeros son aproximadamente de la mitad de los montos de los últimos. Así, un autor de teatro se verá más tentado a escribir un texto dirigido a adultos, terreno en el que además se sentirá libre de tratar el tema que desee y con la crudeza y complejidad que decida.
Ahora, suponiendo que se ha salvado el primer obstáculo y que se tiene en las manos un texto dramático sólido y propositivo enfocado al público infantil, son aun más las barreras a vencer para que esa obra llegue a escena, y una de las más fuertes viene del mismo gremio teatral.
NOTA: EN LA ENTRADA DE AYER DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES, HABÍA UN GAZAPO: Nosotros no actuamos en vacaciones al teatro, se ha solicitado actuar en la Sala Compañía alrededor del día 28 de Febrero para estrenar Anacleto se divorcia, pero todavía no nos han respondido.